Éxito de la presentación en Ávila

El pasado 26 de mayo, sábado, en la librería Letras de Ávila (Paseo de San Roque, 12), tuvo lugar una nueva presentación de "Aire verdadero". 

Con la participación de la librera y agitadora cultural Gemma Orgaz y del profesor Fernando de la Riva, el acto se desarrolló de modo emotivo. Primero, Orgaz presentó el evento, tras lo cual tomó la palabra el profesor De la Riva (se copia abajo el texto completo de su intervención). Fernando de la Riva destacó la tripe faceta de Armando Silles como persona, como comprometido con cuestiones sociales y como profesor, facetas que a su entender, son claves interpretativas de la obra. 

Posteriormente Silles pasó a la lectura de poemas significativos del libro, que animaron al público, al que conmovieron algunos pasajes. A continuación se abrió un turno de palabra que dio paso a un animado coloquio entre los asistentes, el presentador y el autor de la obra.

La mañana terminó con la firma de ejemplares y entre abrazos y parabienes.

Os dejamos el texto completo de la presentación de Fernando de la Riva:

PRESENTACIÓN DE ARMANDO SILLES 

Armando Silles McLaney nace en Madrid, en 1968, su vida transcurre en el madrileño barrio de Prosperidad donde estudia la secundaria en el Santamarca. Accede a la Universidad Autónoma de Madrid  para estudiar Filología Hispánica y empezar su carrera de profesor de secundaria.
Hasta la aparición de “Aire Verdadero”, su obra permanecía inédita, aunque ha formado parte de varias antologías de poesía actual, como “Aldea Poética”, en sus ediciones IV (SXO) V (Poesía infantil y dadaísta) y VI (Hortera) o en la antología  colectiva “Haikurrelatos”. 

También tiene una faceta de agitador cultural, como organizador de conciertos, recitales de poesía, lecturas… o programas radiofónicos de debate y divulgación. 

Desde mi punto de vista esta obra es el resultado de las tres cosas que es Armando. Es una obra que muestra al profesor, a la persona y al comprometido social. 

La obra se debe concebir desde el punto de vista de un observador del mundo de su entorno, obsesionado con algunos temas que cualquier persona es capaz de concebir en una sociedad angustiada y psicópata que desprecia el valor en sí de la educación. 

La obra es sincera, basada en las vivencias personales  en cuyos versos se derrama la enorme cultura filosófica (Heráclito y el retorno), literaria (Machado, García Lorca, Goytisolo, Guillén, ..), enológica…  Basada también en ese compromiso social inherente del poeta y del profesor, que acepta a las personas (como cuando habla de los alumnos), pero no la situación angustiosa en la que vive la humanidad (bombas atómicas, residuos nucleares, frías oficinas que dictan nuestras vidas…). Desea, el fondo, el cambio. 

Es también la obra del amante, de sus dudas y certezas, de la duda sobre lo duradero de las relaciones y de las certezas que hay en un corazón. 

Del padre amante y fascinado por su condición y su creación, más superior que cualquiera y que ve en sus retoños la fuente de sus actos y de sus miedos. 

Desde el punto de vista sintáctico, la obra está llena de simbolismos, versos blancos o libres sin aparente rima, cuyas palabras dan ritmo al texto y a la poesía.  Sin embargo, habría que recurrir a las palabras de Gloria Fuertes “Todo el mundo puede escribir versos y no ser poeta; Sólo el poeta puede no escribirlos y serlo”. 

La primera parte se titula “Ebriedad del pronombre”. La parte más larga. En ella analiza el Yo, el Tu, el Ellos y el Ella.  La RAE define ebriedad como la perturbación pasajera o exaltación y enajenación del ánimo. Porque esta poesía es así, es perturbación pasajera y es exaltación del ánimo.  Esta parte de la obra son estados de ánimo, momentos o flasesh que intentan parar el tiempo, un tiempo parado, deseado, porque son recuerdos que se quieren vivir una y otra vez. Momentos que el autor vivió y que quiere pararlos, como padre, como hijo, quiere inmortalizar esos momentos, reflejos de lo que nos queda en el alma. Todos en algún momento queremos rememorar esos instantes, a veces fugaces, momentos de nuestro pensamiento que crea una atmosfera perfecta, cinematográfica, que pararíamos sin dudar y para siempre. Imágenes instantáneas e impresionistas que no son más que una exaltación del ánimo ante descubrimientos de la gente que queremos o de nosotros mismos. Lo que queremos  es detener nuestro tiempo y dejarlo ahí, inmortal. 

La segunda parte, “Pensamientos del camino”, es también momentos vividos a lo largo del tiempo, recuerdos del yo, del yo enmarcado en contextos inolvidables, en copas de vino descubiertas tras años de adolescencia, en caminos con gentes ajenas que se convierten en conocidas, en lugares de paz como el mar. Nuestro recorrido en la vida tiene, como en la poesía de Armando, un camino de altibajos, de angustias y de paz. Es un camino que es vida e instantes paralizados en nuestro recuerdo que se hacen claros. 

La tercera parte “La Alegre rebeldía”, es un repaso del paisaje humano que uno recorre en la vida, en los momentos de paz, de descubrimiento personal, en los momentos en los que uno ve al “bichobola” y pretende parar para siempre el mundo, ve que el tiempo transcurre por la angustia que genera el comportamiento humano. En un mundo en el que todo se quiere vender, en el que la cultura, la educación, la filosofía y la literatura no son valiosas porque no se pueden empaquetar, etiquetar y vender. Armando nos recuerda que hay que ser positivos, hay que intentar cambiar algo. Ese es el espíritu de esta parte… vale, el mundo es una mierda, provocada por un humano deshumanizado, pero también hay esperanza, hay posibilidad, hay dialéctica de cambio. 

La cuarta parte es el colofón de todo, es el momento en el que el poeta se descubre y descubre su misión. La poesía no cambia nada (como lo da a entender Armando en la página 124), pero ese poeta es comprometido social, es profesor, es persona en un mundo de fieras que pretender devorar las profesiones de poeta y de profesor, pero que resiste, pequeño, casi inapreciable, y que esperará a un tiempo mejor para resurgir, cuando la humanidad descubra ante el espejo que no es más que barbarie, y el poeta y el profesor surgirá para guiarla. 

La poesía de esta obra son vivencias que se respiran, con pureza, inhalando fuerte y llenando los pulmones de frescura, de “Aire Verdadero”. 

                                                   Fernando de la Riva