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Mi amigo Enrique Gracia Trinidad

Yo creo que he tenido suerte en la vida. Suerte, ventura, destino o ganas o algo que no sé definir bien. Y mi suerte es haber tenido algunos amigos que son gente de bien y que adornan su bondad con la inteligencia y el talento. Hoy os voy a mencionar a cuatro de ellos, pero voy a centrarme un poco más en uno de ellos. Los cuatro son Rafa Soler, Rafa Mora, Moncho Otero y Enrique Gracia Trinidad, que es en quien hoy me concentro.

Aunque seré muy breve. Conocí a Enrique por mediación de otra poeta y excelente persona, Ángeles Fernangómez. Y Enrique y yo pronto conectamos bien. Su honradez, su humildad, su inteligencia y su generosidad me acercaron a él, y la admiración a su poesía terminaron de hacerme sentir de los suyos, o sentirlo como uno de los míos. Ha sido prologuista de mi primer libro, "Aire verdadero", ha acudido siempre que ha podido a mis convocatorias, que han sido bastantes, y últimamente tuvo (otra vez) la generosidad de presentarme en el Café Comercial, uno de los buques insignia de la poesía madrileña, con el patrocinio impagable de Rafa Soler.

No me alargo. Aquí hoy voy a pegar las palabras que dijo Enrique acerca de "Palabra. Cartas a mi padre muerto y otros alegres poemas" el 14 de mayo de 2024..

 





Dice Enrique Gracia Trinidad:


Ya sé, ya sé que cundió entre vosotros el desconcierto cuando visteis el extraño título de este libro. No es para menos. Los más despistados tal vez digan que el título les confunde, pero la gente lista, que sois los que estáis aquí, verá que ilumina y explica mucho de lo que luego van a leer.


Cuantos me conocen saben que prefiero presentar a los autores y dejar que el libro lo paladeen los lectores sin influenciarles previamente. En este caso me he decidido por hablar un poco de ambos, autor y libro.


Si la prologuista, Carmen Riera, sin conocer personalmente al autor e indicar sólo como referencia el amor que ambos tienen por el poeta José Agustín Goytisolo, se decidió a escribir el prólogo, no podía yo por menos que hacer esta presentación porque sí conozco y valoro personalmente a Armando Silles, ya tuve el honor de prologar su primer libro y dar fe entonces de su sinceridad poética, de su intensidad emocional, de su ánimo cómplice con el lector.


Recuerdo cómo se definió a sí mismo Armando hace ya tiempo en una nota biográfica:

"madrileño, persona, y profesor de literatura".

Eso está muy bien, y también que Carmen Riera en el prólogo lo llame poeta-profesor, pero yo no estoy tan de acuerdo con Riera.

Los poetas-profesores que se pusieron tan de moda desde comienzos del siglo XX y aún un poco antes, en cuya nómina estaban Antonio Machado, Rafael Guillén, Dámaso Alonso, Gerardo Diego, Luis Cernuda... entre otros muchos españoles y extranjeros, no forman parte de una categoría concreta.


Poco tienen que ver unos con otros y no es la condición de profesor lo que da cuerpo a su condición de poetas. Igual pasa ahora, en que hay una gran cantidad de poetas-filólogos que parece que está de moda.

Esas nominaciones, esos encasillamientos, son algo que los críticos y antólogos nos ponen delante para trasladarnos a los lectores su incapacidad de ver el fondo más allá de los compartimentos con los que suplen su frecuente falta de auténtica visión.


Armando Silles lo deja claro: es persona y además profesor de literatura. Obsérvese que pone una y, y no poeta-profesor con un guión en medio. Que no es lo mismo.

Él y yo conocemos poetas que han sido albañiles como Eladio Cabañero, o funcionarios como García Hortelano, o empresarios como Gil de Biedma, o guardias civiles como David Minayo, o ingenieros como Ruiz de Torres o el mismísimo Rafael Soler que está con nosotros, y hasta traductor, recepcionista de hotel y guardia de tráfico (todo a un tiempo) como Salustiano Masó...

Y a nadie se le ocurre decir poeta-funcionario o poeta-ingeniero o poeta-guardia civil.

Ya lo dijo Eulogio Florentino Sanz, el amigo de Bécquer, cuando en la embajada de Berlín un diplomático imbécil que se enteró de que era poeta le preguntó "¿Y para qué sirven los poetas? a lo que contestó el romántico arevalense: "pues para lo mismo que los demás y además para escribir versos"

Así que dejémonos de estas categorías tontorronas y vayamos a la sustancia.


Y la sustancia es que más allá de con lo que cada uno se gane el garbanzo, se es o no se es poeta por la gracia que dan las musas, el cielo, Apolo o la maldita genética que se ha vuelto loca.

La sustancia de Silles está en unos versos en los que dice:

Mirando el cielo estrellado, / el universo inmenso, / me dije: / no es que no tengamos respuestas, / es que ni siquiera hay preguntas.

La esencia contradictoria, como todo fondo de poesía y como tantas veces la vida, nos la explica Armando en estos versos:

Cuando estoy herido / soy un salvaje; / cuando estoy herido / soy un monstruo: / el más débil y el que hiere más. / Como la jabalí acosada, agresiva y terrible. / Aparte de eso, puedo ser / el mejor de los hombres.


La visión de su destino vital nos la explica escribiendo:

Haber vivido, y vivir ahora, a manos llenas, / amar sin contemplaciones —a manos llenas— /

y dejar el mundo cuando toque / con la gloria del que ha dado.


Y, como detrás de unos versos siempre hay una vida, resulta que este vivir, amar y dar a manos llenas es también el destino poético de nuestro autor. Y si no, vean en este libro toda la entrega, toda la sinceridad, toda la generosidad que encierra.


Aquí está la vida entera

como en un padre y una hija besándose en un coche

como un médico honrado en una entrevista de radio

como una reunión de vecinos (que ya es el colmo)

como los amigos todoterreno y la familia

como los que gritan en las calles los nombres de las mujeres asesinadas por los machistas

como ese niño que muere cada segundo de hambre en el mundo hasta llegar a 8.500 en un día


Y así, el libro que comienza con poemas de índole familiar, más íntimo, junto al padre fallecido, la madre, la hija... las relaciones familiares...

Como en el premier poema en el que dice:

De la mano de un niño perdido,

como un perro que anda por la carretera

o el anciano que merodea el cercano cementerio;

como el caracol que cruza la calle esquivando los coches

o el niño soldado que ríe ante la cámara del reportero.

Así yo,

escribiendo

cartas a mi padre muerto.


 
Pasa luego por la pandemia y diversos asuntos para entrar en el ámbito de la defensa de la mujer, de la conciencia cívica, social y política, de la protección del medio ambiente a nivel mundial, del compromiso humano, a fin de cuentas, que es una característica decidida de Armando Silles.


Hay otro detalle en el que también disiento de la académica Carmen Riera, generosa prologuista de este libro.

Cuando dice que "Muy a menudo [Silles] [escribe] de manera irónica, en un tono humorístico, un "tono menor que se ajusta muy bien a este poemario que podríamos considerar minimalista."

Llamar tono menor a la ironía y el humor es olvidar que ambos modos no son menores en absoluto y que en ese sentido, nuestro autor sigue la gran tradición irónica y humorística que arranca en el Arcipreste de Hita, prolifera en la Edad Media y el Siglo de Oro (valgan Ay, Panadera, las coplas de Mingo Revulgo, Boscán, Baltasar de Alcázar, Quevedo o Lope) y llega hasta la actualidad, atravesando epigramas, romances, coplas y fábulas, hasta el mismísimo Ángel González o el increíble Jorge Llopis.

Insisto: Ironía y humor en poesía, no tienen nada de tono menor.


En fin, amigos, que yo sé que cuando paséis las páginas de este libro vais a coincidir conmigo en valorar el pensamiento y las hechuras de este poeta cuando nos dice que: Lo urgente no es lo importante. / Los medios no son los fines. / Lo difícil es lo sencillo.

Cuando afirma que prefiere "el desorden de la noche".

Cuando afirma que su palabra favorita es Radassié (que en el provenzal de la lengua de Oc significa holgazanear).

Cuando insiste en que su viaje es el largo viaje de la gente.

Cuando confirma que frente a todo y junto a todos admira la vida y siempre saca las ganas de seguir llamándose humano.

Cuando hablando de los poetas, es capaz de escribir:

¿Sabe un poeta clavar una alcayata? ¿Debe llevar camisa con chorreras? ¿Qué tipo de gorro o fular ha de ponerse? (Se da por hecho que sin eso no hay poeta). ¿Prefiere un motor diésel sin turbo, o un moderno híbrido japonés? ¿Anda en autobús? ¿En bicicleta? ¿Trabaja, cobra pensión, malvive del sablazo? El humor no queda bien, pero adjetiva, no escatimes, eso viste mucho, y que no falten las metáforas, más bien, que sobren.

Más metáforas, más adjetivos. Que el poema sea bello. ¡Bellísimo!

Un día, tras leer un poema, me dijeron:"Pero... eso... ¿es... poesía?” Fue el mejor halago que me han hecho.


No se pierdan ni una palabra de este señor que, solitario, en la barra de un bar, piensa muy seriamente en una niña y una mujer, en leer libros, en dar la vuelta al mundo, en escribir un poema; y en ganar el Premio Nobel de la Ingenuidad.


No se pierdan a un poeta tan intenso como para ser capaz de escribir algo como esto:


EN EL FONDO DE LAS COSAS

Quizá es la tarea última de la poesía.

Llegar a ese lugar.

Donde la ciencia no alcanza,

donde la filosofía no alumbra:

allí la poesía, poniendo una lucecita,

en el fondo de las cosas.


No se pierdan a este hombre ante el que yo me quito el sombrero aunque hoy me lo haya dejado en casa.


Se llama Armando Silles McLaney.

 

 

Ver más en https://armandosilles.blogspot.com/2024/06/en-el-cafe-comercial.html

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  Armando Silles McLaney nació en Madrid en el último tercio del siglo XX.  Amante de la palabra desde niño, también se halla vinculado al mundo de la poesía desde tiempos inmemoriales. Ya sea mediante la escritura, mediante la participación en múltiples recitales y actos, programas de radio o la publicación en revistas.  En 2018 publicó el poemario "Aire verdadero" (prologado por Enrique Gracia Trinidad) , que significó la consolidación de su quehacer poético, y un homenaje a tantos años dedicados la la poesía y l@s poetas. En 2023 publicó "Palabra. Cartas a mi padre muerto y otros alegres poemas" (prologado por Carme Riera) , un libro sobre la herencia y el legado que recibimos de quienes nos precedieron y dejamos a los que nos siguen. Un libro que quiere ser un monumento a la palabra y a la verdad. Se trata de una recopilación de poemas de los últimos años, de carácter multitemático. En 2024 publicó " Libro de la impaciencia y la pesquisa"...