Abro el libro un domingo tras el recuerdo de tu recital en la biblioteca de Sanse. Allí dejé algunas preguntas sin hacer y algunos comentarios sin decir, así que aprovecho ahora para hacerlo. Tono amable, tranquilo, a veces con ira contenida; amor ingenuo (no sé bien por qué escribo esto); admiración al padre, la madre, la hija que corretea por la sala donde hablas y escuchamos; reconocido amigo, siempre mirando de cerca; gesto serio y preocupado, sin embargo, sonríes con ganas y dejas salir toda la risa desbordada. Hay espinas, ¿quién no?, y miedos, indecisiones, dudas más que certezas, que también. Y todo ello transcurre, camina con una poesía que nos llega como agua del río que hace tiempo abandonamos. Y en su cauce -aquellas orillas naturales, sin adecentar- encontramos el poema, la palabra, la luz que alumbra, brilla entre miles de estrellas que no consiguen opacar el humilde y original resplandor que tiene la voz propia de quien se atreve a levantarla. Gracias, Ar...
Un lugar hecho de palabras, por la palabra y para la palabra. Un lugar para la literatura y la poesía. El blog del poeta Armando Silles McLaney.